2/23/2009

95/ Santa Cruz de la Palma



Historia de Santa Cruz de la Palma:

El 3 de mayo de 1493 Alonso Fernández de Lugo funda la que se llamó en principio Villa del Apurón, y al poco tiempo se conoció como Santa Cruz de La Palma. En las cuevas de Carías tuvo lugar la primera reunión del Cabildo o Ayuntamiento de la isla, que regiría los destinos de la isla desde entonces. El puerto fue la primera obra que se acometió, procediéndose al mismo tiempo a la construcción de viviendas, iglesias, conventos, fortificaciones y hospital. La ciudad, que había sufrido un grave incendio en 1553, a raiz del ataque del pirata Leclerc, más conocido por "Pata de Palo", se remoza y ve surgir nuevos edificios, que suplen a los perdidos, como es el caso del edificio del Ayuntamiento o la iglesia de El Salvador.

Durante diez días "Pata de palo" asola y destruye cuanto encuentra a su paso. Se produjo la pérdida total de toda la documentación municipal y notarial que se había generado hasta ese momento, creando un gran vacío histórico. Escribe Rumeu: "pronto imponentes columnas de humo anunciaron a sus moradores que huían despavoridos, que la ciudad era destruida por el fuego en sus monumentos más notables. La iglesia parroquial de El Salvador, los conventos, ermitas, casas consistoriales, Casa del Adelantado, archivos públicos, y buen número de casas particulares fueron pasto de las llamas. Las pérdidas por el incendio se evaluaron después de la evacuación en 300.000 ducados".

Durante el siglo XVIII, Santa Cruz de La Palma se convierte en una ciudad-convento, llena de iglesias y ermitas, llegando a contar con dos conventos femeninos (de clarisas y de dominicas) y dos masculinos (de predicadores dominicos y de franciscanos) en una población que no alcanzaba los dos mil habitantes. El 13 de noviembre de 1585 una flota de 30 navíos a las órdenes del corsario Francis Drake ataca sin éxito Santa Cruz de La Palma. En el siglo XIX tiene lugar la reforma urbanística propiciada por los polifacéticos sacerdotes liberales Manuel Díaz y José Joaquín Martín de Justa, que racionalizan el espacio y disponen nuevos estilos en las fachadas principales de las mansiones señoriales que jalonan la calle Real, principal arteria de la ciudad. Reflejo de un pasado caracterizado por una importante actividad comercial, es el impresionante legado artístico y cultural conservado en esta ciudad, a lo largo y ancho de sus calles y de sus edificios más destacados.

La vinculación de la isla y la gente de La Palma con el mar, ha sido una constante a lo largo de la historia y ello ha potenciado la aparición de numeroso marinos, con suerte diversa, tanto en las rutas indianas como en las transoceánicas; baste citar la figura de Francisco Díaz Pimienta, José Fernández Romero, etc. La presencia de los canarios ocupando los distintos oficios de la mar queda patente desde los primeros momentos de la colonización americana, embarcándose en los puertos andaluces o en los insulares y adquiriendo una notable experiencia que les permitirá luego navegar como pilotos o maestres de las Carreras de Indias. Después de la participación mayoritaria de pilotos procedentes de la Baja Andalucía, las Canarias contribuyeron con el 12 por ciento del total de pilotos examinados e inscritos en la Casa de la Contratación de Sevilla.

Barcos fondeados en S.C.de La Palma El puerto de Santa Cruz de La Palma:
La importancia de Santa Cruz de La Palma ha radicado siempre en el puerto y su comercio exterior, tanto con las otras islas, como con la Península y el resto del mundo. Durante los siglos XVI y XVII, el puerto de Santa Cruz de La Palma fue el tercero más importante del mundo, tras el de Sevilla y el de Amberes, gracias al comercio del azúcar y del vino, que procuró fuertes relaciones humanas y económicas de la isla con el exterior, provocando así la llegada de colonos procedentes de muchos puertos de Europa (Países Bajos, Inglaterra, Italia) atraidos por el floreciente comercio de la agricultura de exportación. Antiguo edificio del Juzgado de Indias. Calle Real Hacia 1564 se crea en La Palma el Juzgado Oficial de la Contratación de Indias de Canarias.

Ya desde la conquista existía una corta escollera que servía de muelle y que estuvo amenazado constantemente por las fuertes mareas.

Al igual que la mayoría de los puertos canarios sufrió varias reconstrucciones, debido a los fuertes embates del mar que se recrudecían por el poco abrigo que el lugar ofrecía a los cientos. Las reparaciones que se hicieron en el siglo XVIII fueron las de 1728, 1739 y años sucesivos, no culminando los trabajos de reconstrucción hasta 1735. En invierno este muelle estaba abierto a los fuertes vientos N.E. y N.O. que producían un fuerte oleaje, penetrando éste hasta el interior de la bahía y entorpecía gravemente la seguridad y el tráfico de los navíos anclados o de los botes auxiliares. Los temporales que azotaban el norte de la isla de Tenerife , cerraban el paso a los navíos que procedentes de Indias iban rumbo al puerto de Santa Cruz de Tenerife, principalmente en el siglo XVIII. Uno de los puntos que a menudo se citan a partir del cual se desviaban al puerto de Santa Cruz de La Palma, era la Punta de la Gaviota de Teno.(Manuel A.Fariña)

En 1861 cuando, por aprobación del Gobierno, se da licencia para la construcción del puerto proyectado con una longitud de 177,54 metros y con un presupuesto de 854,474 reales. Tras los lentos trabajos del puerto debido a que el mal tiempo del mar acaba por destruir lo fabricado, en 1864, el Ayuntamiento convoca una reunión con los contribuyentes para pedir la prolongación del muelle que propiciará "el rompimiento de las olas". A la espera de obtener resultados sobre la petición de los vecinos , las obras estuvieron paradas durante años, y en 1891 fue aprobado el proyecto presentado por el ingeniero Eugenio Suárez. Sin embargo, en 1897 seguía mal acondicionado.

"No tenemos un pequeño muelle donde pueda ejecutar las operaciones de embarque y desembarque ni una insignificante lancha; no tenemos útil ni una provincial escalinata por donde pueda desembarcar el estropeado pasajero" (Galante Gómez)

En los últimos años del siglo, se propone al Gobierno el proyecto del puerto que consta de muelle de atraque de 100 metros de longitud, antepuerto del dique de abrigo de 290 metros de longitud, presupuesto en 600.000 pesetas. (Celia Pérez Rodríguez)

Torriani inspecciona las defensas del puerto (1587):
[...] Uno de los primeros actos de Torriani en La Palma fue dirigirse al Cabildo para que designase un regidor, como delegado de la corporación que le prestase en su labor las asistencias necesarias. Reclamando de paso los elementos necesarios para el cumplimiento de su misión: oficiales de carpintería, albañiles, peones, bestias de carga, barcos, etc.; pero el ingeniero obtuvo el más indiferente silencio por respuesta. Otro segundo escrito de Torriani (sin fecha también como el primero) volvía a reiterar análoga petición. Suplicaba ahora que habiendo de visitar las fortalezas, ver la artillería, calcular los gastos de las reparaciones y los materiales para ellas precisos, el Cabildo designase varios "caballeros" de su seno que le acompañasen para facilitar la tarea. En este oficio planteaba también Torriani al Cabildo la necesidad de nombrar la persona a cuyo cargo debían quedar las obras del muelle, arbitrar los fondos necesarios para ellas y acordar cómo habían de realizarse -si a jornal o a destajo-, con objeto de ganar tiempo, mientras él visitaba las demás islas, hasta volver a residir en Santa Cruz de La Palma, en espera de las órdenes regias. En vista de ello Leonardo Torriani entretuvo los días que corrieron entre primeros de septiembre y mediados de noviembre en estudiar los problemas concernientes a la fortificación de Santa Cruz de La Palma, pues recorrió una a una sus tres fortalezas, visitó el llano de la Caldereta, tomó nota puntual de su artillería, calculó lo necesario para dejarlas en buen estado de defensa e inspeccionó sus milicias y armamento. Por sus informes, minuciosos y precisos, conocemos el estado militar de La Palma en 1587 mejor que en ninguna otra época de su historia, ya que nos brindan datos sobre las milicias de la isla, los artilleros y la artillería [...] (Emelinda Martín Acosta)

Sólo tiene esta isla, en la costa, tres pequeños castillos que guardan la marina. El uno está en la parte que mira hacia El Hierro. Tiene forma de torre hexagonal, con una planta alta descubierta, capaz para tres piezas de artillería que defienden el puerto. El segundo, entre éste y el puerto, llamado de Santa Catalina, con quince piezas, entre cañones y culebrinas, alcanza por un lado hasta el muelle y por el otro lado poco más allá del tercer castillo. Este último es el más pequeño, situado algo fuera de la ciudad, más allá del barranco, posee dos sacres, con cuyo tiro domina apenas el último desembarcadero, que se haya por aquella parte. (Leonardo Torriani, Descripción de las Islas Canarias)

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